Emblemata Anniversaria Academiae Noribergensis (Nuremberg, 1617) recoge cada una de las medallas honoríficas que la Academia Altorfina entregaba en la ceremonia de final de curso a los alumnos más destacados, entre 1577, año de la creación de la Academia de Altdorf, y 1616. Una primera edición fue publicada en 1597, con grabados de Johann Siebmacher, que recogía el período 1582-1597. Existe una edición crítica a cargo de Frederick John Stopp, The Emblems of the Altdorf Academy, Medals and Medal Orations, 1577-1626 (Londres, 1974).
Estas 190 medallas fueron diseñadas al modo de las antiguas monedas romanas, con predominio de la figura alegórica, aunque en muchas de ellas se combina la emblemática con la alegoría. El cuerpo textual que acompaña a estas ilustraciones aparecen en forma de Oraciones, Panegíricos y Epítomes (ausszug), donde podemos encontramos numerosísimas referencias y vínculos con la literatura emblemática, y en especial con autores como Alciato, Boissard, Bruck, Camilli, Capaccio, Contile, Giovio, Isselburg, Junius, Lonicerus, Paradin, Pittoni, Rollenhagen, Ruscelli, Sambucus, Simeoni, Taurellus, Typotius o Valeriano.
Las primeras de estas medallas se entregaron siendo rector de la Universidad el jurista, filósofo y literato alemán Johannes Thomas Freig (1543-1583), un experto en Cicerón y admirador incondicional de Pierre Ramus, autor prolífico y responsable del influyente Latina grammatica pro schola Altorfina Noribergensium (Nuremberg, 1580). A la ceremonia asistieron las más altas personalidades del senado norimbergués, abriendo la sesión el patricio de Nuremberg Jerónimo Baumgartner el Joven, hijo de uno de los pretendientes de Catalina Bora, más tarde mujer de Lutero.
Los panegíricos de 1577 fueron leídos, en orden de antigüedad, por Georg Volckamer, Franz Hieronymus Schurstab y Johann Jakob Erythraeus, pero no hay indicación, ni en las medallas ni en los textos, de cómo se distribuían las medallas entre las distintas clases, o la manera en que los cuatro oradores expusieron sus discursos a estos alumnos. Cabe la posibilidad de que en este primer año cada alumno laureado recibiera no una, sino dos o incluso tres medallas como "Recompensa a la Diligencia".
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En la primera medalla vemos al Honor acompañado de la Virtud. El Honor aparece en forma de joven semidesnuda con una corona de flores en la cabeza; con la diestra lleva una lanza, sujeta una cornucopia y apoya su pie izquierdo sobre un delfín. La Virtud es una joven con yelmo; sujeta una lanza y una columna, y apoya su pie derecho sobre una tortuga. El diseño, que lo encontramos en las monedas de Galba, Vitellius y Vespasiano, fue muy utilizado durante todo el Renacimiento, bien a través de las monedas romanas originales, bien a través de las copias realizadas por el medallista paduano Giovanni da Cavino (1500-1570). En las monedas romanas, no obstante, encontramos más frecuentemente a la Virtud con su pie derecho apoyado en algún objeto parecido a un yelmo o una cabeza de un animal, objeto que Cavino sustituyó por una tortuga, colocando la cabeza del delfín bajo los pies del Honor, y esta sorprendente variación es la que fue copiada por el medallista de Altdorf, muy probablemente a partir de la obra de Guillaume du Choul, grabado con el que guarda un relevante parecido.
Moneda de bronce de Vitellio, según Guillaume du Choul [1]
La medalla de Cavino podría entenderse como otra variación del concepto emblemático Festina lente: con el tranquilo y meditado ejercicio de la Virtud podemos alcanzar un rápido e inesperado honor. Esta visión particular fue pasada por alto muy pronto, hasta que llegó a perderse. En Valeriano, el Honor descansa su pie sobre un yelmo, y la Virtud sobre una tortuga, pero esta última se convierte en un mero jeroglífico de la prudencia. Una medalla de Sebastian von Hatzfeld, datada en 1597, reproduce el diseño de Cavino y Altdorf (Anzeiger des Germanischen National Museums, Nuremberg, 1963, p.240).
El discurso del orador, Johann Jakob Erythraeus, apunta en un sentido, el Honor acompaña siempre a la Virtud, por ello los romanos colocaban sus templos uno junto al otro: "Virtutis et Honoris simul templum construendum curavit" [2]. La idea está presente en la obra de Vincenzo Quintiano Patina: "honor virtutis est praemium" [3], Sambuco se sirve de ella para argumentar su emblema "Virtutem honor sequitur" [1569: 202], y también se observa en el "Meruisse satis" de Borja: por la honra, "se deve vivir virtuosamente" [4].
El discurso del orador, Johann Jakob Erythraeus, apunta en un sentido, el Honor acompaña siempre a la Virtud, por ello los romanos colocaban sus templos uno junto al otro: "Virtutis et Honoris simul templum construendum curavit" [2]. La idea está presente en la obra de Vincenzo Quintiano Patina: "honor virtutis est praemium" [3], Sambuco se sirve de ella para argumentar su emblema "Virtutem honor sequitur" [1569: 202], y también se observa en el "Meruisse satis" de Borja: por la honra, "se deve vivir virtuosamente" [4].
La Victoria, representada en la segunda medalla, con un tocado al aire sobre su cabeza, deriva de un denario de Gallienus, probablemente contaminado por alguna alegoría contemporánea de la Fortuna.
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[1] Discours de la religion des anciens Romains, 35-36
[2] Cicerón, Natura Deorum, 2; Agustín, Civitate Dei, 5, 12.
[3] Contra diversas haereses, "De cultu sanctorum", 1557: 87v)
[4] Juan de Borja, Empresas Morales [1581: 2r]
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[1] Discours de la religion des anciens Romains, 35-36
[2] Cicerón, Natura Deorum, 2; Agustín, Civitate Dei, 5, 12.
[3] Contra diversas haereses, "De cultu sanctorum", 1557: 87v)
[4] Juan de Borja, Empresas Morales [1581: 2r]